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Hombres Cuyos Ojos Han Sisto al Rey

por T. Austin-Sparks

Capítulo 6 - La Gloria del Señor

"Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová. Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían. Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos. Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba" (Ezequiel 1:1-28).

"Y cual la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder, y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia" (Ef. 1:19-22).

"Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos" (Heb. 2:9).

Por un momento enfoquémosnos en el versículo 28 de Ezequiel 1: “Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová”. Este fragmento, a mi parecer, es la suma de todas estas profecías. No sólo es en referencia al primer capítulo en particular, sino que se puede transportar a todo lo largo; porque todo lo concerniente en estas profecías es gobernado por la gloria del Señor.

Hay allí una inmediata y muy práctica relación entre esta palabra y nosotros. Estoy seguro de que la mayoría de nosotros tiene un fuerte y profundo sentido de la necesidad de que el Señor haga algo nuevo. Yo creo que es sentido muy ampliamente. Lo que esta cosa nueva es, podrá recibir diferentes interpretaciones. En el mundo evangélico hay bastante oración y conversación acerca del "avivamiento"; tal vez esta es otra forma de expresar la necesidad de que el Señor intervenga en un camino nuevo, y hacer una cosa nueva. Otros lo pondrán en diferentes formas; pero está ahí entre muchos cristianos en todas partes: El Señor debe hacer algo nuevo; el Señor debe tomar un paso fresco.

EN DIOS EL FINAL ES LA GLORIA

Nosotros necesitamos ser muy inteligentes y entendidos respecto a este asunto. El Señor tiene Sus caminos y Sus medios, y nosotros necesitamos saber algo acerca de ellos, si es que deseamos estar en línea con el Señor en cualquier movimiento que Él se proponga tomar. Esta palabra desde luego es muy apropiada a la situación. Por cuanto que Dios se ha movido en una forma nueva y aun más lejos, un paso más cerca a Su propósito divino, Él ha preparado este movimiento trayendo primero un instrumento, y luego, por intermedio de ese instrumento, a Su pueblo, a una nueva comprensión de Su gloria.

Esta es la declaración con la cual se llevará a cabo investigación y confirmación. El único fin de Dios en todas las cosas es la gloria. No te equivoques respecto a esto. Si tú quieres saber qué es lo que Dios quiere, en qué dirección se está moviendo Él, en todas las cosas –y esto compagina diversos detalles en cada esfera; en la vida personal y en la vida corporativa; en las naciones–, la respuesta es que el fin de Dios es gloria. Siendo así cierto que debemos notar que Él siempre establece este principio en el estreno de cada movimiento. Él lo sitúa allí como el asunto que ha de gobernar los pasos, o los movimientos o lo que fuere, que Él esté a punto de iniciar, esto va a ser gobernado por el fin que Él tiene en perspectiva, en esto como en cada nuevo comienzo. Esto sonará un poco difícil por el momento; pero tomemos algunas instancias.

ALGUNOS EJEMPLOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1) ABRAHAM

Todos estaremos de acuerdo que cuando Dios llamó a Abraham a salir de la ciudad de Ur de los Caldeos, y de que él se apartase para Dios, este fue un nuevo movimiento de Dios. No hay duda alguna. Es definitivamente bien claro que Dios abrió una brecha en la historia humana, con otro paso en el programa divino a la vista. Ahora, Esteban nos dice: "El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopo- tamia" (Hechos 7:2). ¿Por qué el Dios de la gloria? El fin al cual Dios se estaba moviendo era la gloria –Su propia gloria en un pueblo, para que fuese manifestada entre las naciones. Y entonces, como el Dios de la gloria Él apareció a Abraham. Él puso la gloria ahí como el principio, la ley, la base sobre la cual Él estaba tomando ese paso, y sobre la cual Él continuaría.

2) MOISÉS

Cientos de años más tarde (revelados a Abraham hasta cierto periodo de tiempo: Génesis15:13,16; Hechos 7:6), el Señor tomó aquel pueblo de Egipto. Él los trajo al Sinaí; y ahí Él los cambió de ser una plebe inconstituida, una multitud desorganizada, a ser una nación corporativa. Ese fue el nuevo movimiento en Sinaí. Por la ley y por el testimonio y por la revelación dada en el monte, el pueblo fue constituido en una nación. Y esto fue hecho en gloria. Moisés fue a la montaña, y vio al Dios de la gloria, y bajó con esa gloria en su rostro. Una vez más Dios puso ese principio al comienzo de Su nuevo movimiento: Él se estaba moviendo en el camino de gloria.

3) DAVID Y SALOMÓN

Un paso más adelante en el plan divino fue alcanzado en los días de David y Salomón. El templo fue realmente el desarrollo del pensamiento divino en representación; y todo fue hecho en gloria. El asunto allí es gloria: "La gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová" (1 Reyes 8:11, etc.). Este fue un tiempo glorioso; fue un lugar glorioso. Todo esto fue pronunciando y preservando este fundamento: Dios se está moviendo todo este tiempo con un solo pensamiento – ¡gloria!

4) EZEQUIEL

Pero, nos han dicho, que el día llegó cuando la gloria se alejó de Jerusalén. Nosotros sabemos por qué. Y esto nos trae a los profetas de la restauración, y a este profeta Ezequiel en particular. Aquí, a medida que se abren estas profecías, en el día en que la gloria es eclipsada en el pueblo del Señor, se ha levantado y ha partido de Jerusalén (9:3, 11:23), el Señor de la gloria se le apareció a Ezequiel. "Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová". Es muy impresionante que esta frase esté puesta al principio de las profecías, ¿no es así? Ahora, todo lo que le sigue, no es más que el trabajo de esa ley de gloria. Dios está más interesado, y en muchas formas expresa Su interés, por el fin de gloria que debe de alcanzarse.

ALGUNOS EJEMPLOS DEL NUEVO TESTAMENTO

1) LA ENCARNACIÓN

Tanto a través del Antiguo Testamento, como cuando llegamos al Nuevo, todos debemos estar de acuerdo que la encarnación –el nacimiento del Señor Jesús en este mundo– es un nuevo movimiento de Dios. Es un gran paso adelante en el programa divino. Y es por esto que viene acompañado de gloria -gloria celestial: "Gloria a Dios en las alturas..." (Lucas 2:14). Nosotros lo cantamos en nuestros himnos de navidad. Ahí hay gloria otra vez, desde los comienzos de este nuevo y fuerte movimiento de Dios, porque el fin de esto, es la gloria. Nuestro Señor Jesús vino para restaurar la gloria de Dios en esta tierra. Este es el Salmo del Cielo.

2) PENTECOSTÉS

Continuamos todavía, y todos estaremos de acuerdo que el día de Pentecostés es otro paso grande y hacia adelante en el programa de Dios. Dios sigue adelante y esta es una marca clara del progreso que Dios ha hecho durante las edades. El día de Pentecostés fue un paso de Dios desde el Cielo. ¡Y qué gloria! Juan nos dice bastante claramente que la venida del Espíritu Santo fue la base de Jesús haber sido glorificado. Él dijo: "pues aún no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no había sido aún glorificado" (Juan 7:39); dando a entender que el Espíritu fue dado cuando Jesús fue glorificado. Fue sobre esa base. Dios se está moviendo sobre esta base a lo largo de todo el camino.

3) PEDRO

Y así podremos continuar. Pensemos en aquellos instrumentos individuales del nuevo movimiento de Dios. Estaremos de acuerdo que un nuevo movimiento se inició con Pedro. No hay ninguna duda. Es un verdadero y nuevo movimiento. Aunque Pablo fue el apóstol a los gentiles, nosotros debemos recordar, que fue Pedro quien abrió la puerta para la nueva dispensación a ambos, a judíos y a gentiles, en Jerusalén y en Cesarea. Es un nuevo y poderoso movimiento. Pero Pedro tuvo su ministerio establecido en esta gloria. Él nos dice que estuvo con Jesús en el monte santo, y contempló Su gloria (2 Pedro 1:16-18). Sin ninguna duda, esto ha sido la influencia tremenda en la vida de Pedro. El Espíritu Santo se lo interpretó todo a él en el día de Pentecostés. ¡Él obtuvo una Biblia nueva, porque había recibido un nuevo Señor, y un Cielo abierto! Fue este gran principio de gloria con el cual contó Pedro para su ministerio y para su obra y para su perseverancia hasta el fin.

4) JUAN

Esto es bien claro en el caso de Juan también, quien estuvo con Él por mucho tiempo, siendo colaborador y apóstol en Jerusalén. Cuando nosotros llegamos al comienzo del libro del Apocalipsis, una vez más reconocemos que estamos en la presencia de un nuevo movimiento –un nuevo movimiento para la recuperación de la gloria, que ha llegado a ser tan limitada y obscurecida en las iglesias. El Señor viene a Juan en una visión en Patmos; pero es algo tan glorioso y las visiones son asimismo tan gloriosas, que más de una vez Juan está postrado sobre su rostro delante del Señor, y tiene que ser ayudado a levantarse, por el tremendo impacto que la visión de la gloria tiene en él (Ap. 1:17; 19:10; 22:8).

5) PABLO

¿Y qué es lo que vamos a decir de Pablo? Ese ministerio tan maravilloso, tan pleno, tan rico, tan glorioso, y fue todo nacido el día cuando vio la gloria en el camino de Damasco.

Este es el punto. El Señor desplegó la gloria cada vez que Él iba a moverse con alguna nueva etapa en Su propósito. Todas estas cosas que he mencionado, fueron etapas de avance de Dios en Su propósito a lo largo de las edades, y cada una de ellas estuvo basada sobre una nueva aprehensión de la gloria del Señor, por aquellos que estuvieron interesados. Así es que en el caso de los profetas y apóstoles, su ministerio fue un ministerio de la grandeza y gloria del Señor. Y según aquellos a quienes ellos ministraron vieron esto, llegaron a ser un pueblo con un gran significado en este mundo. Fue esta aprehensión de la gloria de Cristo, la que dio carácter, significado, poder y valor a su estar aquí en este mundo. Todo esto entonces sólo tiene un signifi- cado: El fin y el objetivo de Dios es gloria, y todo lo que Él hace está gobernado por esto.

Esto es algo que debe apoderarse realmente de nosotros, y de lo cual nosotros debemos apoderarnos: Dios desea que todas las cosas –todas las cosas, hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas–, debe obrar bajo Su mano para gloria; que Dios en todas las cosas está trabajando con la gloria en vista. ¿Tú crees esto? No hay duda de que tú lo crees como una verdad establecida; tal vez tú lo crees en tu corazón; pero no todo el tiempo es fácil creer esto; es porque nosotros no lo vemos como es. ¡Desde luego que todo lo que vemos, nos convence que algo, menos gloria va a salir de esto! Oh que el Señor nos tome con esto -a ti y a mí–, individualmente, y como compañías de su pueblo, allí donde estemos. Todo esto que Él está haciendo, lo que Él está permitiendo, está bajo el control de esta única ley y principio. Todo esto Él lo intenta para Su gloria. Esto es lo que Él tiene en Su pensamiento, y lo que Él hará, porque Él no cesará en Su propósito.

EZEQUIEL Y LA GLORIA

Sí, es cierto que todo parece contradecir esto. Nosotros venimos a las profecías de Ezequiel, y allí todo parece contradecir esta gloria. Pero tú no puedes hacer a un lado el hecho de que la gloria es descubierta en el mismo primer capítulo. Esto no está reservado para el final, de manera que tienes que atravesar todo el panorama de juicios y de ayes, y entonces al fin encontrar que Dios tiene todas las cosas en Sus propias manos; así, de esta manera, sólo habla de la forma cómo sobrevivir. Te es dicho allí desde el mismo principio que todo es gobernado por la gloria. En todo lo que va ha suceder, en todo lo que se va a decir, hasta el final, es la gloria de Dios la cosa gobernante; está ahí desde el mismo fundamento de todo. Debemos tomar nota de esto.

¿Cuál es el propósito de Dios? Pablo lo ha visto y nos lo ha comunicado en un fragmento inmaculado: "A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen" (Efesios 3:21). ¡Tú no puedes ir más allá de eso! Esa es la finalidad –"A él sea gloria en Ia iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos”.

Llegamos entonces a Ezequiel. Hay mucho aquí para ayudarnos en cuanto al propio interés de Dios por Su gloria. Podemos tener algún interés por la gloria del Señor, pero el Señor tiene un mayor interés por Su gloria que el que nosotros tenemos. Este libro, es un libro lleno del interés de Dios por Su propia gloria. Fíjese qué preciso es Ezequiel, incluyendo el año, el mes y el día del mes. "Vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi..." (Ezequiel 1:3); es decir, dónde estaba él, cuándo estaba y cómo estaba. Así es como el Señor actúa, con exactitud, meticulosamente, en este asunto, sustentando, agarrando a este hombre.

Recuerden, Él tenía que sostenerlo, porque esto resultaría en un cambio total en su entera vocación. Ezequiel era un sacerdote entrenado; él pertenecía al sacerdocio; él era un hombre joven que esperaba que a lo largo de su vida cumpliría el ministerio de un sacerdote. Esto interrumpió y sobrepasó su entero cuidado y vocación entera. Él tuvo que cambiar completamente su método y forma de su vida, de sacerdote a profeta. Fue algo muy fuerte en el caso de este hombre. Es interesante notar que el significado del nombre Ezequiel es "Dios lo fortalecerá". Para la gloria de Dios, esto es muy necesario, especialmente en las condiciones como aquellas en las cuales Ezequiel vivió.

Ezequiel, ciertamente, siendo un hombre joven, fue llevado a Babilonia cautivo, y fue "que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar", nos dice en su profecía (1:1,3); y por lo que nosotros sabemos y por lo hemos leído, era una situación desesperanzada. Sabemos algo de las condiciones en las que se encontraba Jerusalén, desde las profecías y el ministerio de Jeremías; se encontraban muy mal. Pobre Jeremías, tenia el corazón destrozado durante su ministerio en Jerusalén. Pero hay muchas razones para decir esto, comoquiera que fuera en Jerusalén, era aun más difícil en Babilonia; es decir, en cuanto concierne a la gente a quien Ezequiel ministraba. Ellos eran un pueblo difícil y recalcitrante. Lea los primeros capítulos. Vea cómo Ezequiel tuvo que confrontarse con ellos y las medidas que tuvo que tomar.

UN HOMBRE IMPOPULAR

No deseo detenerme con muchos detalles, pero es necesario, para nuestro propio estímulo, que sepamos la base de la gloria del Señor. Él está aquí con estos cautivos. Un hombre que ha de mostrar a este pueblo las razones para sus condiciones y para los juicios de Dios, hablar fielmente en el nombre del Señor, sin comprometer ningún principio; quien pondrá su propia vida y futuro en la balanza por su ministerio, y ser enteramente fiel. Él no disculparía ningún mal. Él no comprometerá ningún principio para preservar el favor de la gente y la propia posición de Él. El hombre que realmente tenga la gloria del Señor en su corazón a cualquier costo, es un hombre muy impopular.

Y Ezequiel era un hombre impopular entre los exiliados; tan impopular que tuvo que recurrir a toda clase de trucos para ganar la atención de ellos para que le escucharan. Mira las cosas que él tuvo que hacer; tuvo que hacer cosas espectacula- res, insólitas, antinaturales. Parecía que algunas veces hubo de hacer el ridículo para atraer la atención, a fin de que la gente mirase en su dirección. Eran tiempos difíciles para conseguir el ser escuchado, atendido; tal vez en su país, él era el hombre más impopular. Esta era una desesperada y difícil situación en la cual él se encontraba en medio de su propio pueblo.

LOS CIELOS ABIERTOS EN SITUACIONES DIFÍCILES

En el centro de esta situación –que no pienso estar exagerando; en efecto podría añadir mucho más de estos mismos capítulos–, en medio de esta difícil situación y por el momento, aparentemente una situación sin ninguna esperanza, él nos dice que los cielos fueron abiertos, y vio ¡visiones de Dios! No hay una situación tan desesperada que haga imposible la entrada de la gloria de Dios; no hay tal situación que puede dejar a Dios afuera y hacer imposible una fresca manifestación de Su gloria. ¿No te fortalecerías tú, si esto es cierto? ¡Bueno, aquí está! Es algo increíble cuando tú lo ves todo y todas las circunstancias y la entera provisión. Tú podrías decir: Bueno, todo esto está más allá de cualquier esperanza. Esta situación rompió el corazón de Jeremías; esta situación atrajo la ira de Dios, y destruyó Jerusalén y dispersó al pueblo. ¿Qué es lo que tú puedes esperar de esto? Y en medio de esto, Ezequiel dice: "los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios" (Ez. 1:1). Y él lo resume todo en una frase: "Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová".

Ahora, es difícil, como es lo es para nosotros, el apoyarnos en esto realmente creyendo que este es tal vez un mensaje para nosotros. Quizás nosotros en alguna ocasión hemos estado muy cerca a la desesperación sobre la cabal situación. Deja que esto venga como un mensaje del Señor. En nuestras propias vidas, en el lugar donde nos encontramos, quizá como una compañía del pueblo del Señor, las cosas crean tal dificultad que estamos dispuestos a abandonarlo todo. Ezequiel pudo haber hecho esto, porque tuvo más ocasiones de hacerlo que usted y yo; pero ahí mismo –ahí mismo– "esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová". "¡Los cielos fueron abiertos!”

Nosotros hemos pensado y dicho mucho respecto a un "cielo abierto". Todo lo que diremos ahora acerca de eso para el presente es que, si hay alguna indicación de que los cielos están abiertos, esta es siempre la cosa más útil en cualquier situación. Tal vez tú estarás pasando tiempos difíciles en la compañía del pueblo del Señor, o tal vez tienes personas difíciles; bueno, Ezequiel las tuvo. Tal vez tú tengas muchos desalientos. Quizás haya algunas cosas que te parece que están equivocadas, y así es. Y sin embargo, cuando ustedes se reúnen y se dan a sí mismos en adoración al Señor, hay un maravilloso sentido de unción. ¡Ustedes llegan a estar ocupados sólo con el Señor! Por el momento, a cualquier costo ustedes se olvidan de todo, y el Señor llega a ser vuestro Centro; ¡los cielos se abren! Mientras esto dura hay cada esperanza en vuestra asamblea, hay esperanzas para el futuro. No hay nada peor que un Cielo cerrado.

Mira al Calvario: "Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:45,46). El cielo estaba cerrado, por lo que Él estaba haciendo allí –tomando el pecado del mundo entero. El Cielo estaba cerrado, firmemente cerrado; no había un camino abierto. Esta fue la más desalentadora situación que pudo pasar. La desolación de aquella situación le mató. Este fue el último golpe que produjo Su muerte. No fueron los clavos, ni las espinas, no fue la acción del hombre: fue el corazón roto, porque Él había vivido toda Su vida terrenal con un camino abierto hacia el Padre – con un Cielo abierto. Todos sus días Él estuvo en constante comunicación con el Cielo, con el Padre; hasta esa ocasión, Él nunca había conocido hasta ese momento lo que era que Él no pudiera inmediatamente allegarse. Aquí todo terminó: no había camino ni respuesta ni voz que respondiera; un Cielo cerrado. Esto es sin esperanza.

Si tú y yo recibimos una respuesta a la oración, una pequeña indicación o expresión de que el Señor no nos ha abandonado, desolado, cerrado para nosotros, si algo así nos sucede, es que el Cielo aún está abierto, y esa es una gran esperanza para el futuro. Apreciemos, pues, el Cielo abierto en nuestros momentos de oración. Muchas cosas obscuras pueden estar alrededor; muchas cosas difíciles, situaciones, como las de Ezequiel, tal vez lleno de perversidad o perplejidades o problemas o dificultades o sufrimientos, pero en cuanto nos reunimos y nos enfocamos hacia el Señor, sentimos Su presencia; este es nuestro Cielo abierto, y un Cielo abierto es siempre una señal de que todavía hay esperanza; ¡ahí todavía hay un futuro para la gloria!

Que el Señor nunca permita que llegue el momento en el cual el cielo se nos cierre y no podamos entrar. "Y vi que los cielos se abrieron...", esto quiere decir que Dios no ha terminado Sus cosas todavía; Dios no ha cerrado todavía. Pueden haber juicios, como nos lo muestran los siguientes capítulos; tal vez haya juicios, tal vez haya que ser disciplinados, tal vez haya que ser castigados, puede haber aún mucho por ser hecho, pero lo que sea que se tenga que aclarar –quizás por la celosa ira de Dios por Su gloria; toda las cosas difíciles, sufrimientos, aflicciones, tienen que ocurrir debido al equívoco; sin embargo, todo es gobernado por esto: una esperanza de gloria –una esperanza de GLORIA– si los cielos aún permanecen abiertos.

LA SUPREMACÍA DEL SEÑOR EN EL TRONO

"Vi visiones de Dios"; esto es, visiones dadas por Dios. ¿Qué fue lo que Ezequiel vio? ¿Qué era lo que abarcaban aquellas visiones de Dios? Bueno, como lo hemos visto en el capítulo 1, él vio un trono y entonces vio "una semejanza que parecía de hombre" sobre el trono arriba (1:26).

Y entonces él vio un doble símbolo de la administración de ese trono –el querubín y las ruedas. (Esperamos retornar a esto más tarde). Así también sabemos que él vio una “casa” –la Casa–, que le fue ordenado enseñar al pueblo de Israel (43:10). Más tarde él vio la casa en gloria. Él vio el río que brotaba del quicio, alrededor del altar, pasando por el atrio y siguiendo un camino más ancho y profundo, y vivificando todo lo que a él venía (47:1-9). Entonces él vio la tierra y la heredad poseída (47:13-48:29). Y finalmente vio la ciudad y el nombre de la ciudad (48:30-35). Este es el final de todo–¡El Señor está ahí!

Lo que deseo enfatizar y expresar particularmente, es que todo lo que vemos en este libro es el resultado y la expresión de aquel trono y del "Hombre que esta sentado encima”. Desde luego que esto es muy fácil de comprender: todo emana y es resuelto del gran hecho de que existe Uno en el lugar de supremo gobierno y autoridad. Y para nosotros y para ellos y por toda eternidad; por la decisión eterna de Dios, ese Uno es el Señor Jesús, el Hijo de Dios. Él ha sido exaltado “a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3; 8:1). "Vemos a Jesús..., coronado de gloria y honra” (Hebreos 2:9). 20La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y poder, y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero” (Efesios 1:20-21). Todo deriva de esto. Y, sí es cierto, desde luego que todo estará bien, bien hasta el fin.

Ahora, esto está muy al día, ¿no es verdad? Nosotros hemos hablado de las condiciones en las cuales Ezequiel pasó su vida y cumplió su ministerio –el tiempo, el lugar y el estado de cosas. Sí, él estuvo en una situación muy difícil. Pero la Iglesia ha llegado a una situación muy difícil ahora; las cosas están muy lejos de ser fáciles hoy en día. Hay ahora, como entonces, muchas cosas que están equivocadas, y mucho que es maligno. ¿Quién diría ahora que la gloria de Dios ha penetrado en Su pueblo? El tiempo de Ezequiel fue un tiempo difícil, pero fue en ese tiempo y en esas circunstancias que fue traído este instrumento bajo el gobierno del trono, para un nuevo movimiento de Dios. O podemos decir que esta percepción de la parte del instrumento de la supremacía del trono y del Hombre sentado en él, nos condujo al maravilloso resultado que con el tiempo toda la situación cambiaría, y que Dios tendría algo para Su gloria.

LA VISIÓN DE LA GLORIA SALVA DE LA DESESPERACIÓN

La visión –el Cielo abierto, el trono y el Hombre sentado en él– tuvo un gran efecto en Ezequiel. Lo salvó, en su día, de la desesperación; salvó su ministerio, salvó su testimonio y salvó su vida. Y es solamente esto lo que nos salvará, lo único que puede salvarnos. Tal vez esto suena un poco pesimista. No quiero ser pesimista, pero tú no puedes reconocer las circunstancias en la tierra en estos nuestros tiempos, incluso entre aquellos que son llamados cristianos, o cristiandad, sin sentirse un poco desolados. ¿Es imposible que la gran revelación dada a nosotros acerca de la Iglesia como la vemos en el Nuevo Testamento, puede ser realizada en nuestro tiempo? Miren a las divisiones, discusiones, sientan esa horrible atmósfera que ha crecido y se ha esparcido. En los Estados Unidos, por ejemplo, hace unos 35 años, parecía existir un cielo abierto, un camino claro para algo nuevo del Señor; la atmósfera parecía tan clara y los corazones tan abiertos. Pero en esa tierra, en el día de hoy todos sospechan de todos, el espíritu de criticismo ha poseído a los más devotos cristianos, tanto acerca de otros cristianos como de cosas relacionadas al cristianismo. Tú no puedes conversar por media hora incluso con aquellos que son muy devotos del Señor, sin que alguno sea criticado, que alguno sea mencionado para advertencia como sospechoso. Es como un hedor horrible, o una neblina que se desliza entre los cristianos sobre todo el mundo. Tú no puedes ir a su librería de libros religiosos sin ver repisas y repisas llenas de libros y panfletos que se ocupan en denunciar algo. Hombres que están entregando sus vidas enteras a este horrible trabajo de tratar de exponer lo que ellos piensan es erróneo.

Este es un lenguaje fuerte; pero no es demasiado fuerte. Este es el estado de cosas, y tú te puedes desesperar por la realización de aquello que has visto del propósito de Dios. Y desde luego que no puedes; el Señor no te dejará. Si tú realmente has visto al Señor, no puedes darte por vencido. Tú dirás como Jeremías, que no volverás a hablar más de esta manera. Él dijo que no volvería a hablar del Señor otra vez; pero, ¿qué sucedió después? "Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude" (Jeremías 20:9).

Tú y yo algunas veces habremos decidido: ¡que vamos a dejar de hablar acerca de esto y resignarnos, porque no parece que da resultado, las cosas parecen ir de mal en peor y de peor a terrible! Y desde luego que seguimos aquí. No podemos evitarlo; estamos nuevamente en la completa mira del declarado propósito de Dios. El Espíritu no se rendirá a esto, no importa cual sea la situación. El Cielo no se ha cerrado todavía, el Hombre en el trono todavía no lo ha evacuado, aún hay esperanza. Nosotros hemos de tener la maestría de esa gran realidad que Él aún está ahí, donde Dios lo puso. Y si esto es cierto, a veces muy difícil de creer o de ver, entonces Él está "por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que se nombra –dictadores del mundo o cualquiera– que sea nombrado, no sólo en esta era sino también en la venidera". Sólo cuando esto nos sostiene y nosotros nos mantenemos alrededor de esto, habrá alguna esperanza, pero esa es la prospectiva.

REVELACIONES ESTRATÉGICAS DE LA GLORIA

El revelar la gloria es siempre un movimiento estratégico de Dios en un día y situación difíciles y nada prometedores. Yo pienso que este fue el significado de la transfiguración. Fue un día difícil, las cosas estaban cerrándose alrededor del Señor y Su pequeña compañía de hombres; la atmósfera estaba impregnada de odio, y la Cruz estaba inmediatamente delante. ¿Cómo la enfrentarían? ¿Cómo la sobrevivirían? La estrategia fue la transfiguración –ellos "vieron Su gloria". Y aunque por un tiempo después parecía estar eclipsada, sin embargo, cuando Él fue resucitado de entre los muertos, ellos entendieron todas las cosas. A la luz de la resurrección, la transfiguración adquirió su sentido completo.

Las cosas estaban muy difíciles para la iglesia en Jerusalén en aquel día cuando el maravilloso joven Esteban fue arrastrado afuera y fue apedreado a muerte, con ese perverso odio hacia el Señor Jesús. Pero Esteban vio el Cielo abierto y al Hijo del Hombre sentado a la diestra de Dios (Hechos 7:56). Esto salvó la situación para él, y pienso que tuvo mucho más alcance que sólo para él mismo. Pienso que nos dio algo. De todas formas, allí un hombre se convirtió en un importante factor en la Iglesia para todos los tiempos. Él fue tremendamente afectado por lo que vio en el rostro de Esteban y por lo que escuchó de los labios de Esteban. Él jamás consiguió pasarlo por alto. Y nunca se perdonó a sí mismo. Él confesó más tarde: "Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba la ropa de los que le mataban" (Hechos 22:20). El ver la gloria, fue la salvación en un obscuro y difícil día.

Pablo está encarcelado, está cerca al fin de su larga y plena vida y ministerio. Él piensa en todas aquellas muchas iglesias –muchas más de las que hemos contabilizado, según las cartas que les escribió– las cuales él había sido utilizado para traerlas a existencia; en todos los convertidos y de los muchos que, espiritualmente, le debían todo a él y a su ministerio. Él ahora está encarcelado, encerrado, no puede ir hacia ellos, las iglesias están en decadencia, muchas están en contra suya y alejandose de él, mientras él está ahí. Él es un hombre solitario -"solamente Lucas esta conmigo", un hombre en dificultades, si alguien así lo estaba, hablando naturalmente. ¡Qué situación, qué fin para un hombre como él! ¿Qué le salva?

Es muy impresionante que en medio de todo esto, sabiéndolo todo –conociendo su propia posición, conociendo sus propias perspectivas, que eran muy pobres para esta vida; sabiendo de las condiciones de las otras iglesias lejanas, recibiendo noticias de estas divisiones, encontrándose cara a cara con la disolución de su obra, decepcionado con creyentes y con iglesias–, digo que es increíble que con todo lo que estaba sucediendo, que era suficiente como para destruir a cualquier hombre en desespera- ción, él tiene un Cielo abierto, y dice: "A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (2 Tim. 4:18). Él esta salvo por la gloria, él es librado por la gloria. ¡Qué diferente fin hubiese sido a no ser por esta aprehensión de la gloria!

Entonces aquí él escribe que Éste Único, este Hombre, está en la gloria, en el trono en los cielos; por sobre todo poder y autoridad. El César puede estar ahí en la puerta siguiente gobernando al mundo entero, trayéndolo bajo su poderoso y diabólico yugo, y aparentemente llevando a cabo sus deseos en contra de la Iglesia de Cristo Jesús. Pablo al lado del César y de la ciudad de los Césares, dijo: “21sobre todo principado y autoridad y poder, y señorío, y sobre todo nombre que se nombra \César o cualquier otro], no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia". Esta es la visión salvadora de la gloria.

Esta es la salvadora visión de la gloria; esto fue lo que salvó a Juan en su desesperada y difícil situación en Patmos, porque en realidad esto fue algo que pudo quebrantar el corazón de cualquier hombre y enviarlo a lo profundo de una oscura desesperación. Juan era el único sobreviviente de toda la compañía apostólica. Todos ya se habían ido, él está cortado de su amada iglesia, solo, aislado, en exilio, con todas las condiciones que debían haber acompañado aquel exilio. Eso es suficiente para hacer desesperar a un hombre, para sentir que había vivido su vida en vano y que en realidad no había esperanza alguna. Pero él tuvo un Cielo abierto y vio una visión -¡Y qué visiones las que vio! Fue, pues, el Cielo abierto lo que le salvó. El Señor nos da esto, y una nueva aprehensión del trono y del Hombre sentado en él.

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